monsterboist


my land is dead, no soul is left

Con paciencia va sorteando los charcos de orines, los montículos de tierra mezclada con ceniza y restos de comida. Al llegar al poste con el cartel que dice "Bienvenido a la coroncación de reinas de primavera 1997" el olor de las deyecciones se suma a la brisa del mar que no lleva peces y se dá cuenta que ha vuelto al pasado, o precisamente, el pasado no ha dejado nada.
a cada cuadra le dice a la gente, a la que parece les han cortado las piernas con un sacapuntas que no arroje basura. En una de ellas, la reina que ahora tendría veintidos se balanceaba sobre un pin con dos clavos y jebe jorobando la espalda por el peso de sus senos y soltando el diafragma para descansar y darles descanso sobre los rollos de grasa de la barriga, se acerca al poste y coloca una bolsa con pa;ales usados y cascaras de verduras, papeles higiénicos y envolturas de galletas.
Se detiene y la saborea con furia, le arranca los dos pendientes de las orejas y los coloca en lugar de sus pupilas, tira de sus cabellos y ata con ellos sus manos detrás de su espalda, la hinca sobre la brea de la calle y la arrastra sobre sus rodillas, con el rojo de su sangre marca una linea hasta la puerta de la casa.
A la siguiente cuadra, un muchacho se asoma con una bolsa de platos descartables, restos de tamales, botellas vacias, bolsas de plástico y cartones de cigarro vacíos.
A él le atravieza la carganta con un sable de palabras y le pide su rendición, el otro se agacha como si fuera un perro, o incapaz de movimiento dilucidado por la rapidez del que se le opone, mira el piso y mueve las manos a los costados como si fueran aletas y quisiera tomar impulso, se domina como un esclavo ante su maestro, como solo los acostumbrados a la discriminación y el maltrato saben, mirando detrás de sus ideas, un lugar feliz, donde la voz de quien no es su igual se almacena para salir luego en relato para la siesta, o se acumula en la fuente donde se forma la bilis. El muchacho mirando el polvo que se asienta en la punta de sus zapatos sale corriendo hacia su rincón, una casa donde duermen cinco debajo de un parasol, y un primus que es el único mecanismo de la civilización para domesticar.
Camina con el sorbo que ha tomado de la saliba de sus víctimas, no le agrada oponerse a la gente, tal vez, debería dejar a todos vivir como se han acostumbrado, olvidándose que el tiempo pasa, en la basura.
En 1997 la gente merodeaba por las calles, hombres con bolsas negras en las manos, dentro una camisa y un pedazo de pan, preguntando en los portones de las construcciones si necesitan un obrero, las mujeres con bolsas de caramelos en los micros, esperaban despues de las doce en la puerta del comedor popular que le vendan lo que sobra. los ni'os en filas largas desde las rejas de los grifos hasta los jardines del colegio, esperando que llegue el camión.

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