maquinaria emocional 10: el taller


me puse de pie cuando estuve segura de que había bajado por las escaleras y que no volvería.
despues de eso, sólo marko es el responsable de mi acciones. nunca más tuve miedo. nunca más me puse de pie frente a él esperando que me resoponda. simplemente, fue como si hubiera abierto un candado. de pronto como los de la caída catedral. como un secreto que no se puede decir, así. marko me dijo que no temiera, y no lo dijo susurrándome al oído, lo dijo poniendo mi cara contra el cemento y mi piel viva frotándose con los guijarros.
bajé del edificio y busqué en el taller un par de martillos. no iba a partirle la cabeza, ni nada, no quería tornar más violenta nuestras "conversaciones". sólo quería ir a su casa y sacar las piezas que dejó. me entró una idea simple en mi dolorida cabeza: que si lograba reunir las piezas -no sabía cómo-, y colocaba las cartas dentro del angel y lo devolvía al dormidero de gatos y gallinazos, me iba desligar de él. no es que eso era lo que quería, sólo quería no tener que depender de él para usar la maquinaria emocional, porque aunque mucho clamara que así era, yo me iba metiendo más en ese asunto y así me iba metiendo más en él.
cuando encontré al portero y lo convencí de que me abriera la puerta, puse cinco cosas frente a mis palabras: no mencionarle lo que decian las cartas, no mencionarle de la muerte de la criatura, no decirle nunca de mis planes, dejar de pretender que sabía como actuaría y no olvidarme de cómo fue antes.
cuando abrí la puerta encontré a k sentado con una taza de café en la mano, mirando el piso. le pregunté si marko había bajado por ahí, él me dijo que no había visto a marko desde que se lo llevó de emergencias al hospital.
yo no teníá ganas de volver a hablar de ese asunto del hospital, asi que hice como que sabía a loq ue iba esa conversación. me preguntó si me había vuelto a pelear con L. ni siquiera le respondí. k puede ser muy sarcástico aveces, cuando está sobrio. decidí contarle en qué andábamos, no se por qué.
le dije que había encontrado debajo del retablo de cedro las cartas que había escrito un padre que sirvió en la iglesia desde el sesenta y siete. le dije que estaban referidas a la naturaleza de las emociones y el control de las decisiones. le dije que marko no sabía. le dije que fui a la casa de la criatura que él salvó del accidente luego de que madre de murió, y hice lo que tenía que hacer para liberarlo de la culpa. le dije que casi me tiró del techo cuando le pedí que dejara de usar la maquinaria emocional.
K me quedó mirando sin creer una palabra de lo que le estaba diciendo, escupió en su taza de café y la puso en el suelo, me preguntó si yo creía una palabra de lo que estaba diciendo. me dijo que era imposible controlar la maquinaria emocional, me dijo que dejara de usar ese juego como real, y que dejara de creer que las cosas que habían pasado tenían algo que ver con eso.
las cosas que habían pasado... eso no le podía contar. no le habría gustado saber que marko y yo nos sentabamos en la azotea a ver y jugar con la gente. tampoco le habría gustado oir que cuando me pidio salir fue porque lo había planeado marko, hasta el modo en que terminaría conmigo. todo lo habíamos planeado, el accidente en la carretera central, la muerte de su madre, el hospital, todo lo habíamos planeado. y las otras cosas... cómo decirle que L ya no teníá control sobre sí, ni M, tampoco I; por eso ya no podía hablar mas con ellos, era como hablar conmigo, con marko, era como tener una conversacion repetida frente al vaso de agua.
se quedó mirándome como si estuviera conociendo recié, me dijo que vaya al hospital a que me pongan algo en la cara, y lo demás no lo dijo en voz alta.
le pedi que me llevara a la casa de marko para sacar las piezas del angel. k aceptó. y creo que fue de propia voluntad.

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