maquinaria emocional 1

Marko estaba sentado en una silla de ruedas, a la puerta lo trajo su hermano, y era cierto lo que nos había dicho, que era mucho mas grande que él. ver a marko regocijarse ante nuestra sorpresa nos dió luego de furia un poco de calma, al menos él no estaba pasmado por verse arrellanado en esa peque;ez móvil. sus piernas flexionadas estaban debajo de una manta de lana a cuadros, las u;as de sus dedos tenian una capa negra y su cabello había casi desaparecio de su cabeza. su hermano lo dejó sentado bajo las bugambilias en el jardín. su casa estaba debajo de una loma sembrada de pinos, era un día soleado. nos contó del accidente en la carretera central mientras viajaba en los buses hacia huaral, una ni;a d tres a;os no murió por la haza;a violenta del chofer que terminó muerto y marko postrado para siempre en esa silla. mis sue;os no estuvieron fuera de la realidad.
Cuando les dije a todos que iría a verlo a como diera lugar, les pareció que estaba patinando sobre rocas. al verlo ahi empezé a reir inmeditamente cuando me dijo cómo habia dejado odiar viajar en combi, porque era es muy grande para las combis.
los amigos no duran para siempre, le conté de leopoldo, el polaco, en la veranda de la biblioteca y me dijo que sus palabras estuvieron cerca porque aunque no fue griego fue polaco, que para gente como marko da lo mismo. le dije que mi vida se habia convertido en una verdadera angustia, un desorden y que me acordaba de cuando en vez de ellos en el taller golpenado sin razón un madero para convertirlo en un automovil o en el rostro de una mujer que no conocen.
básicamente le fuí a decir que lo so;e en invierno 24 y que les dije a todos que lo había hecho y que desde entonces me consumía el remoridimiento y tenía que saber si había vuelto a laz andanzas. marko me miró tomándose la mu;eca izquerda con la mano derecha, me recordó que le había hecho la promesa de no so;arlo más. es más, un día me había dicho que no volviera a so;ar nada la respecto. pero rompí mi promesa, desde que me fui, le dije, he estado en esas anzanzas otras veces, pero no he mentado el destino de los que estaban cerca. marko ya no podia tener una traza de cólera, ahora leía debajo de las sombras de los arboles de su jardín y no pretendía nada más, comía, dormía, leía, y nada, había dentenido el pensamiento lo suficiente para no angustiarse en imitar nuestas vidas mundanas.
asi que le dije que sí había mentado su destino el día 24 y le pregunté robada en angustia si era cierto lo que le había dicho a su hermano el dia 23 en que salió por la ma;ana a visitar a i, que había pensado que su final se presentaría pronto y que queria ver a i antes de eso. entonces me dijo que el accidente fue el 24 en la noche probablemente el 25 y que no fue a ver a i, fue a la playa. días despues conversó con i al respecto y ella le dijo que yo lo habia so;ado. desde entonces se que marko no me perdona, pero cuando recuerda que fue por el bien de una muerte es como si se olvidara de todas las que habiamos hecho cuando nos sentabamos en el techo a ver pacientes los finales de nuestros sue;os.
yo le dije que el mundo no perdería nada si aquella ni;a moría en el accidente. total es un imprevisto y yo jamas so;e con ella. pero marko me dijo que aquello no garantizaría que él no acabaría bien muerto tambien.
su hermano me pidio que me fuera luego de que él empezara a gritarme acerca del viaje y de que no sabía mantener las promesas.
es que en la ditancia, le dije, tal vez prefería que estés muerto antes que contagiado con esa fiebre de conformidad a que se habia acostumbrado. yo soy como un arbusto al que todos se arriman , me dijo. no iba aprometerle otra vez no mentar su destino. me puse bien aparte hacia mucho.
mi siguiente intención fue encontrar a la ni;a para saber si era posible que agentes externos intervinieran en mis actos mentales. la ni;a, supe, vivía cerca del lugar dela accidente.
marko se lanzó sobre mi antes de que su hermano pudiera alcanzarlo, di tres pasos hacia atrá y el cayó como un costal de papas delante mi, estaba delgado pero obviamente seguía siendo mucho más grande que todos nosotros. entonces le dije que no compadecía su estado y que me pareció que había estado buscando siempre ser un lisiado. fue cuando dejó evidencia que había intervenido premeditadamente en mis actos mentales. pero yo tenía que saber. su hermano me dio un empujón hasta la pared del jardín. me dio mucha tristeza al salir de la casa dar un último vistazo a su presencia mientras su hermano lo volvía a la silla de ruedas. mi amigo marko.

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