despues de la felicidad: la nariz

la primera vez que conversé con ella fué en esta cabina que había detrás de los mostradores, donde habían puesto un lavadero donde verter los restos de las bebidas, que era más bien donde terminábamos las botellas, directo del pico, unas veces ron, otras champagne, whisky o lo que nos pusieran para degustar. Luego de los ara;azos en la espalda y las patadas en la ingle, terminábamos riendo a carcajadas en aquel cubículo de tres por dos.
ella me miraba de perfil mientras yo metía las manos a las bolsas de hielo, porque desde siempre me gustó morder el hielo. Yo pensé que tenía algun sentimiento de furia hacia mi por haber vendido cerca de 60 cajas en menos de una semana, pero no fue nada de eso. Se puso delante de mi con esa figurita de mu;eca y los ojitos caidos a los lados que la hacían más dulce, como un peque;o elfo en su uniforme verde. Se tocó la nariz y me dijo, me voy a operar la nariz, tu tienes bonito perfil. Mi nariz, dije yo, es gigante. Pero es perfilada, me dijo, estoy juntando para operarme la nariz. Yo no me metería un bisturí a la cara, nunca, le dije. Ella se rió alegremente, es que tú no tienes ésta nariz!
Mi campa;a termino a los pocos dias. Cinco a;os despues regresé al super y tomé un coaster en el mismo paradero al que no pensé regresar en mucho, al buscar un asiento libre la vi detrás, cargando en su regazo a un ni;a, y al lado hablándole de lo que les había costado el regalo, estaba un muchacho, que mi memoria registró como un jovencito que nos traía las cajas hasta el piso de exhibición. Miré hacia trás una vez más para reconocer esos ojitos y la figurita de mu;eca. Ella miró hacia la ventana, no tenía mas la figurita aquella ni se había operado la nariz.

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